domingo, 4 de abril de 2010

Pascua de Resurrección

La Resurrección de Cristo. Giovanni Bellini, 1479


¡Cristo, el crucificado, ha Resucitado!, las promesas se han cumplido. Es el tiempo de lo nuevo.

“Todo ha cambiado: de la cruz se ha pasado al gozo, de la muerte a la vida, de las afrentas a la alabanza, de las lágrimas al consuelo, del pecado a la gracia, de las tinieblas a la luz. Así es la Pascua: tránsito y cambio de lo viejo a lo nuevo”.

Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte en singular batalla,
y, muerto el que es Vida,
triunfante se levanta.
¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?
A mi Señor glorioso, la tumba abandonada,
los ángeles testigos, sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos la gloria de la Pascua.
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor,
apiádate de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
Amén. Aleluya.

(Secuencia Del Domingo De Pascua)

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EN LA NOCHE SANTA: VIGILIA PASCUAL

Según la tradición, ésta es una noche de vela en honor del Señor, y la Vigilia que tiene lugar en la misma, conmemorando la noche santa en la que el Señor resucitó, ha de considerarse como «la madre de todas las santas Vigilias» (San Agustín).

Durante la vigilia, la Iglesia espera la resurrección del Señor y la celebra con los sacramentos de la iniciación cristiana. Los fieles, tal como lo recomienda el Evangelio (Lc 12,35-48), deben asemejarse a los criados que con las lámparas encendidas en sus manos esperan el retorno de su Señor, para que, cuando llegue, los encuentre en vela y los invite a sentarse a su mesa.

Toda la celebración de la Vigilia pascual debe hacerse durante la noche. Esta vigilia es figura de la Pascua auténtica de Cristo, de la noche de la verdadera liberación, en la cual, «rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo» (Pregón pascual). Desde su comienzo la Iglesia ha celebrado con una solemne vigilia nocturna la Pascua anual, solemnidad de las solemnidades.

La resurrección de Cristo es el fundamento de nuestra fe y de nuestra esperanza, y por medio del Bautismo y de la Confirmación somos injertados en el misterio pascual de Cristo, morimos con él, somos sepultados con él y resucitamos con él, para reinar con él para siempre (cf. SC 6; Rm 6,3-6; Ef 2,5-6; Col 2,12-13; 2 Tm 2,11-12).

Partes de la Celebración

1. Lucernario: Bendición del fuego, procesión y pregón pascual.

2. Vigilia: La Iglesia proclama y medita las maravillas que Dios ha hecho con su pueblo.

Las lecturas de la Sagrada Escritura describen momentos culminantes de la historia de la salvación, cuya meditación se facilita a los fieles con el canto del salmo responsorial, el silencio y la oración del sacerdote celebrante. Se proponen siete lecturas del Antiguo Testamento, entresacadas de la Ley y de los Profetas, y dos del Nuevo Testamento: de la lectura del Apóstol y Evangelio.

De esta manera, la Iglesia, "comenzando por Moisés y siguiendo por los Profetas" (Lc 24,26; cf. Lc 24,44- 45), interpreta el misterio pascual de Cristo.

3. Liturgia bautismal: Por los sacramentos de iniciación cristiana los nuevos discípulos de Cristo se comprometen a seguirle con fidelidad. La comunidad cristiana renueva su compromiso bautismal.

4. Liturgia eucarística: Es la Eucaristía más importante de todo el Año litúrgico. La celebración de la Eucaristía es el punto culminante de la Vigilia, porque es el sacramento pascual por excelencia, memorial del sacrificio de la cruz, presencia de Cristo resucitado, consumación de la iniciación cristiana y pregustación de la pascua eterna. Es muy conveniente que todos los ritos y las palabras que los acompañan alcancen toda su fuerza expresiva. Es conveniente que se administre la comunión bajo las dos especies del pan y del vino.

LECTURAS DE LA VIGILIA PASCUAL

Las lecturas de la Sagrada Escritura describen momentos culminantes de la historia de la salvación, cuya meditación se facilita a los fieles con el canto del salmo responsorial, el silencio y la oración del sacerdote celebrante. Se proponen siete lecturas del Antiguo Testamento, entresacadas de la Ley y de los Profetas, y dos del Nuevo Testamento: de la lectura del Apóstol y Evangelio. De esta manera, la Iglesia, "comenzando por Moisés y siguiendo por los Profetas" (Lc 24,26; cf. Lc 24,44-45), interpreta el misterio pascual de Cristo. Por tanto, en la medida que sea posible, léanse todas las lecturas indicadas para conservar la índole propia de la Vigilia pascual, en la que la lectura de la palabra divina es fundamental. Por motivos de orden pastoral puede reducirse el número de lecturas del Antiguo Testamento: léanse al menos tres, que en casos muy especiales pueden reducirse a dos, sin omitir nunca la lectura del capítulo 14 del Éxodo (3.ª lectura).

Primera lectura Génesis 1,1-2,2: Vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno O bien más breve: Génesis 1, 1. 26-31a: Al principio creó Dios el cielo y la tierra.

Salmo responsorial: 103.: Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra. O bien: Salmo responsorial: 32.: La misericordia del Señor llena la tierra

Segunda lectura Génesis 22, 1-18: El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe O bien más breve: Génesis 22, 1-2. 9a. 10-13. 15-18: El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe

Salmo responsorial: 15>: Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.

Tercera lectura Éxodo 14, 15-15, 1: Los israelitas en medio del mar a pie enjuto

Interleccional:: Ex 15, 1-2. 3-4. 5-6. 17-18: Cantaré al Señor, sublime es su victoria.

Cuarta lectura Isaías 54, 5-14: Con misericordia eterna te quiere el Señor, tu redentor

Salmo responsorial: 29 Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

Quinta lectura Isaías 55, 1-11: Venid a mí, y viviréis; sellaré con vosotros alianza perpetua

Interleccional: Isaías 12, 2-3. 4. 5-6: Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.

Sexta lectura Baruc 3, 9-15. 32-4, 4: Caminad a la claridad del resplandor del Señor

Salmo responsorial: 18, 8. 9. 10, 11: Señor, tú tienes palabras de vida eterna.

Séptima lectura Ezequiel 36, 16-28: Derramaré sobre vosotros un agua pura, y os daré un corazón nuevo

Salmo responsorial: 41, 3. 5bcd; 42, 3. 4: Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío. O bien Salmo responsorial: 50: Oh Dios, crea en mí un corazón puro.

Epístola Romanos 6, 3-11: Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más

Salmo responsorial: 117: Aleluya, aleluya, aleluya.

Evangelio: Lucas 24, 1-12: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?

4 de abril
DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

Cristo ha resucitado, resucitemos con él. La Resurrección de Cristo es el centro de la vida cristiana y el fundamento de nuestra fe. El sepulcro vacío es anuncio del misterio de la Resurrección (Ev.) y se convierte para los apóstoles en una verdad absoluta que anuncian con firmeza (1 Lect.). Es el gran misterio y el anuncio que envuelve la vida del discípulo de Cristo (2 Lect.).

LECTURAS DEL DÍA:

Hechos de los apóstoles 10, 34a. 37-43: Hemos comido y bebido con él después de su resurrección

Salmo responsorial: 117: Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.

Colosenses 3, 1-4: Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo

Juan 20, 1-9: Él había de resucitar de entre los muertos

(TERMINA EL TRIDUO PASCUAL)

EL TIEMPO PASCUAL , UN “GRAN DOMINGO”
En las Normas generales sobre el año litúrgico (n. 22) del Misal de Pablo VI se afirma: "Los cincuenta días que van desde el domingo de Resurrección hasta el domingo de Pentecostés han de ser celebrados con alegría y exultación como si se tratase de un solo y único día festivo, más aún,como "un gran domingo".

El tiempo de Pascua –la cincuentena pascual- es, en el conjunto del año litúrgico el “tiempo fuerte” por excelencia. Es necesario, por tanto, recuperarlo y vivirlo como tal. Si algún ciclo debe distinguirse como algo “diverso” de los días habituales, más que la cuaresma o el Adviento, han de ser, sin duda, estos cincuenta días que median entre Pascua y Pentecostés. Celebrar el año cristiano, colocando su culminación en estos cincuenta días de alegría, responde muy bien al carácter fundamental del mensaje cristiano, que es anuncio de alegría y liberación. Mucho antes de que existiera la Cuaresma y los otros “tiempos litúrgicos”, la comunidad cristiana celebró ya la cincuentena de alegría; quien durante estos días no expresara su gozo (por ejemplo hiciera ayuno o rezara en actitud de penitencia) era considerado como extranjero al pueblo cristiano, es decir, se le consideraba como quien no ha captado en qué consiste el Evangelio. Esta fiesta tan prolongada en relación con lo habitual, puede ser una invitación a vivir la originalidad radical del cristianismo, a experimentar hasta qué punto “los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá” (Rm 8.18), a poner un signo de que creemos que la alegría que el Señor nos depara es algo que “ni el ojo vió, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar” (1 Co 2,9)

La primera característica de la cincuentena es la alegría. A través de ella, estos cincuenta días vienen a ser como una “profecía” o imagen de la vida definitiva, del reino futuro, del reino acabado. Este sentido de “profecía de los tiempos definitivos” se manifiesta con la práctica de suprimir las lecturas del Antiguo Testamento. Toda la antigua alianza es solo preparación, y la cincuentena pascual celebra, en cambio, la realidad del reino de Dios.

Los ocho primeros días (5-12 de abril) del tiempo pascual constituyen la octava de Pascua y se celebran como las solemnidades del Señor. Durante la octava de Pascua hágase memoria en la plegaria eucarística de los que han recibido el bautismo en la Vigilia pascual.

Los domingos de este tiempo han de ser considerados y llamados "domingos de Pascua" y tienen precedencia sobre cualquier fiesta del Señor y cualquier solemnidad.

Es muy conveniente que los niños reciban su primera comunión en estos domingos pascuales. Los pastores han de recordar y explicar a los fieles, durante el tiempo pascual, el sentido del precepto de la Iglesia de recibir la Eucaristía en este tiempo por los cristianos que ya han hecho la primera comunión (c. 920). Se encarece que durante este tiempo, y especialmente durante la semana de Pascua, se lleve la comunión a los enfermos.

Bibliografía:
- FARNÉS, Pedro: Directorio del año litúrgico. Ed. Regina. 1984
- GRÁNDEZ, Rufino. El Camino Cuaresmal. Colección Emaús, volumen nº 9, 1996.
- CALENDARIO LITÚRGICO 2010. Secretariado de la Comisión Episcopal de Liturgia.
- FRAY CARLOS, CARDENAL AMIGO VALLEJO. Religiosidad Popular. PPC, 2008

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