La festividad del Corpus Christi es una de las más populares y solemnes del calendario de todo el año cristiano. Es la fiesta de la Eucaristía, la exaltación de Jesucristo Sacramentado. Es reiteración del Jueves Santo y de la Ultima Cena. Es la celebración del misterio y gracia de la presencia permanente de Jesús en medio de nosotros a través de su Cuerpo y de su Sangre.
Esta fiesta visibiliza tanto la dimensión sacramental de la Eucaristía -la Misa- como la adoración y el culto que esta presencia merecen. El Dios que se ha quedado por nosotros y para nosotros en el Sagrario, que es nuestro alimento, nuestro viático y nuestra fuerza, sale también a nuestras calles y plazas y nos bendice con su Amor, Amor de los Amores.
De este modo, celebrar la Eucaristía, vivir la Eucaristía es la fuente de la Caridad y del servicio socio-caritativo de todos quienes participan en ella y la reciben. La historia del cristianismo demuestra fehacientemente que aquellos cristianos que más han hecho por los demás -particularmente por los pobres, los enfermos, los necesitados- han sido hombres y mujeres de Eucaristía. Es el caso de madre Teresa de Calcuta, Santa María Micaela del Santísimo Sacramento, San Vicente de Paúl, San Pío de Pietrelcina y tantos y tantos otros.
Breve historia del Corpus
Fue diócesis de Lieja la primera en celebrar el Corpus, desde el año 1246 a consecuencia de las visiones y revelaciones de la Beata Juliana de Mont-Cornillon. Dieciocho años después, el Papa Urbano IV -que había sido antes arcediano de la Basílica de Lieja y promotor de la celebración del Corpus- extenderá la fiesta al resto de la iglesia universal, mediante la Bula "Transiturus", fechada el 8 de septiembre de 1264.
Antes, el mismo Papa, había encargado preparar el oficio litúrgico de esta fiesta, uno de cuyos autores es Santo Tomás de Aquino, uno de los más sabios entre los santos y de los más santos entre los sabios. En la Bula "Transiturus" se estipula que la festividad del Corpus Christi debía celebrarse con gran solemnidad en toda la iglesia y se fijaba su fecha: el jueves siguiente a la octava del domingo de Pentecostés. En algunos países, todavía se tiene el Corpus en esta fecha, aunque son ya minoría, habiéndose trasladado al domingo siguiente, como en España.
Fueron entonces los monjes cistercienses -recién nacidos- los mayores impulsores de esta devoción y culto a la Eucaristía. Una serie de hechos prodigiosos como los famosos casos de las formas incorruptas de San Juan de las Abadesas, en Gerona, de los corporales de Daroca, ciudad de la provincia de Zaragoza, o los de Bolsena, en el Lazio italiano, y que se conservan en la catedral de Orvieto -"el más hermoso monumento de la arquitectura polícroma"- serán también decisivos, según la tradición, en la instauración y desarrollo de esta festividad.
Fuente: Diócesis de Almeria
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