1. Motivación del Tema.
2. Iluminación del Tema.
3. Algunos textos particularmente significativos.
4. Para nosotros, aquí y ahora.
5. La Palabra de Dios nos pide algún compromiso.
6. Nota Bibliográfica.
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1.- Motivación del Tema
1.1. La llamada "Carta a los Hebreos" es un escrito del Nuevo Testamento de importancia grande y hasta decisiva en el origen del cristianismo, ya que pone de relieve el contraste entre el Nuevo Testamento y la Antigua Alianza en un punto particularmente significativo y sensible: el culto y todo lo que con el culto tiene una relación natural y directa: el sacerdocio, el templo, el altar, el sacrificio, la oración, las oblaciones, la fe, etc.
1.2. Siendo nuestras Hermandades corporaciones nacidas en la Iglesia para la caridad pero también y muy especialmente para el ejercicio del "culto", esta Carta puede y debe ayudarnos a iluminar, a orientar y –hasta donde sea necesario- a rectificar y enderezar los planteamientos, el desarrollo y las serias consecuencias que se derivan del ejercicio del ‘culto’, que de forma tan preferencial, frecuente y cuidada celebramos.
1.3. Porque –y es especialmente importante destacarlo ya desde este momento- aunque la Carta a los Hebreos sigue usando el lenguaje litúrgico propio del Antiguo Testamento (sacerdote, templo, culto, sacrificios, sangre, oblaciones, holocaustos), sin embargo le da un significado y un sentido en abierta contraposición al que tenían en la Antigua Alianza. De tal forma que "el paradigma", "el modelo", "el prototipo", "el punto de referencia" que hay que tener al celebrar el culto cristiano, no es el Antiguo Testamento. No es el Nuevo Testamento el que tiene que regularse por la Antigua Alianza, sino exactamente lo contrario: porque el verdadero y único Sacerdote, el verdadero y único Templo, el verdadero y único Sacrificio, la verdadera y única Oblación de olor agradable, la verdadera y definitiva Alianza es precisamente la persona de Cristo. Es a partir de la novedad absoluta que representa Cristo en la historia de la humanidad, desde donde hay que enfocar, juzgar, valorar y renovar todos esos elementos –cultuales en nuestro caso- de la Antigua Alianza. "Todo eso aconteció como prefiguración de lo que tenía que venir: la realidad es Cristo" (Col 2,17); todo lo anterior no era más que "sombra de lo futuro" (Hb 10,1; 7,19; 8,5).
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2.- Iluminación del Tema
2.1. Unos datos interesantes sobre esta Carta.
2.1.1 Este escrito, que resulta un poco enigmático, ¿es, en su origen, realmente una Carta, un sermón, una exhortación doctrinal, un tratado destinado a ser leído y comentado en las comunidades cristianas sobre todo en las que procedían del judaísmo? Es una cuestión abierta a los estudiosos, aunque la mayor parte de ellos parece descartar que se trate de una Carta propiamente dicha. Sería más bien un tratado doctrinal.
2.1.2. La fecha de su composición parece estar ligada con la caída del Templo de Jerusalén: entre los años 70 y 90, ya que, por una parte, el autor parece conocer perfectamente el esplendor del Templo; y, por otra, parece que escribe cuando el Templo ha sido ya destruido (el año 70).
2.1.3. En cuanto al autor se puede afirmar, tanto a juicio de las iglesias del Oriente como de las del Occidente (a partir del siglo cuarto), que esta es una carta ‘paulina’, aunque haya que tomar esta expresión en un sentido muy amplio: es decir, el apóstol Pablo no es propiamente su autor inmediato pero existe una sintonía total y perfecta entre los puntos de vista del apóstol y los de la Carta a los Hebreos. Pablo tiene ciertamente una influencia grande sobre la doctrina que se enseña esta Carta.
2.2. Estructura general de la Carta.
2.2.1. Dentro de las varias posibilidades de estructuración de la Carta a los Hebreos, una que resulta particularmente útil es distinguir en ella tres partes:
- la primera, referente a la excelencia de la revelación traída por Jesucristo, en comparación con los personajes del Antiguo Testamento: Hb 1,1 – 5,11.
- la segunda, que constituye como el núcleo y el corazón de todo el escrito, presenta la misión sacerdotal de Cristo, gracias a la cual los hombres están salvados de una vez para siempre: Hb 5,12 – 10,39.
- la tercera y última es una larga y encarecida exhortación a vivir en profundidad la fe en Cristo Salvador, como posibilidad, más única que especial, de poder acceder de forma inequívoca a los bienes de la salvación: Hb 11,1 – 13,25.
2.3. Objetivos que se propone el autor de esta Carta.
2.3.1. Parece fuera de duda que la Carta va dirigida a cristianos procedentes del judaísmo, que, como tales, sentían una cierta (y hasta cierto punto justificada) añoranza de la majestuosidad del Templo y de la suntuosidad de los ritos y ceremonias en que los sacerdotes, lujosamente revestidos de ornamentos vistosos y solemnes, sacrificaban a Dios cientos y cientos de animales en medio del estruendo de las trompetas que atronaban los aires. Esos cristianos, convertidos de la Antigua Alianza, sentían cierto complejo de inferioridad al ver la ‘pobreza de formas’ de sus reuniones litúrgicas. Cuál es el verdadero y agradable culto a Dios: ¿el que tributamos actualmente como cristianos o el que hemos dejado como judíos?
2.3.2. Por otra parte, si se tiene en cuenta que este escrito coincide con los últimos años o incluso con la caída del Templo de Jerusalén (año 70 después de Cristo), la Carta a los Hebreos parece tener como uno de sus objetivos centrales mantener viva la esperanza y levantar la moral sobre todo de cristianos procedentes del judaísmo que tenían casi la certeza de que la destrucción del Templo estaba ligada de forma inexorable con el fin del mundo.
2.3.3. Otro objetivo es el de contraponer, de forma clara y terminante, las ceremonias y cultos propios de la Antigua Alianza al nuevo culto inaugurado por Cristo: aquel que en el evangelio de San Juan viene calificado como culto "en espíritu y en verdad" (Jn 4,21-24). Si Cristo es la plenitud de las promesas hechas a los antiguos Padres, si es el verdadero y definitivo Salvador de los hombres en su persona y con su persona, todo otro culto, y en particular el proveniente del Antiguo Testamento, tiene necesariamente que ceder y hasta desaparecer ante el Nuevo. Lo mismo que cuando llega el sol en toda su plenitud, la luz del amanecer pierde todo su sentido porque ha cumplido su cometido, las instituciones temporales que existían en la Antigua Alianza –especialmente las de tipo cultual- servían para prefigurar la realidad presente: Cristo. Lo hacían sólo en imagen; eran una prefiguración parcial e imperfecta de lo que ahora aparece en toda su novedad y perfección. Una vez hecha presente la realidad en sí, todo lo que anteriormente la prefiguraba se tiene que eclipsar y hasta desaparecer.
2.4. Líneas teológicas fundamentales en esta Carta.
2.4.1. Pone de relieve, ante todo, que la existencia cristiana viene conformada por una actitud fundamental de fe. La fe es el verdadero y definitivo punto de apoyo de un cristiano, lo mismo que lo fue para una larga serie de personajes del Antiguo Testamento, y de forma especialísima para Abrahán, padre y prototipo de todo creyente.
2.4.2. Teniendo como destinatarios fundamentales los cristianos que provenían del judaísmo, "la Carta a los Hebreos ha logrado superar varias cosas, especialmente la religión externa e ineficaz, y exige que el culto cristiano sea mucho más personal y comprometido, como el de Cristo, que, habiendo entregado su vida, nos permite la comunión con Dios" (La Biblia para jóvenes, Barcelona 1999, p.1570).
2.4.3. En la persona de Cristo se han hecho realidad plena y definitiva todos los intentos de la Antigua Alianza de relacionarse con Dios mediante el culto y sus múltiples expresiones externas. En la Alianza inaugurada por Cristo todo se personifica: el templo, el sacerdocio, los sacrificios, las oblaciones, la misma Oración, la alabanza, la acción de gracias, la propiciación por los pecados: todo, absolutamente todo, se hace personal. De ahora en adelante se acabaron los cultos huecos, formales, vacíos, puramente externos. Han perdido todo su sentido y lo único que cuenta ante Dios es la autenticidad de lo que la persona es y hace.
2.4.4. Particular relieve y significado renovador tiene el concepto que la Carta a los Hebreos aplica a Jesucristo, como Sumo y Eterno Sacerdote, fiel y misericordioso. Jesús no es sacerdote en línea y continuación con el sacerdocio del Antiguo Testamento: es sacerdote según el orden de Melquisedec. Con esta expresión está queriendo significar el autor que se trata de un sacerdocio "sui géneris". No solo es superior al sacerdocio de la tribu de Leví, sino que es de otra naturaleza: completamente novedoso, diferente y, en ese sentido, superior al sacerdocio anterior. No se habla de un sacerdocio simplemente "superior en calidad", sino de un sacerdocio de naturaleza distinta.
2.4.5. Es novedoso, diferente y superior al anterior, porque se reúnen en una única y misma Persona el templo, el sacerdote, la víctima, el altar: una Persona –Cristo- que es, al mismo tiempo, "el Hijo enviado recientemente desde el seno del Padre" (1,1-4), y el "hermano primogénito de una multitud de hermanos con los que comparte la naturaleza humana con todas sus consecuencias excepto una: el pecado (2,5-18; 4,15). Se acabó por consiguiente la distinción entre el Templo, el sacerdote, el altar, la víctima. Desde ahora, de una vez para siempre, Cristo será en su Persona todo eso al mismo tiempo, realizando de forma definitiva la reconciliación del hombre con Dios. De ahora en adelante para un cristiano, el culto –con todos los elementos que lleva consigo- no será otra cosa que inserción y participación en la vida y desde la vida de cada creyente en el Sacerdocio que posee Cristo en virtud de la unción del Espíritu Santo.
2.4.6. Pero es, además, un sacerdocio que no pasa. Si Dios no se ata a ningún lugar absolutamente – ni siquiera al Templo (Jn 4,19-24)-, sino que se vincula sólo al corazón del hombre, su vinculación con Aquel al que ha llamado "mi Hijo amado, el predilecto" (Mt 17,5; Lc 9,35), es de tal naturaleza que sólo en Él puede complacerse plena y definitivamente. Por eso el sacerdocio de Cristo es único, irrepetible e indefectible. De ahora en adelante resulta claro que "al Dios vivo y verdadero, no le importan los sacrificios rituales, sino el corazón del hombre" (Biblia para jóvenes, Barcelona 1999, p.1573).
2.4.7. Acerca de la redención la Carta a los Hebreos pone de relieve dos ideas: Cristo –frente a los sacrificios que prescribe la ley de Moisés-, ha ofrecido su cuerpo y su sangre, es decir, la totalidad de su Persona, para la santificación definitiva de todos los hombres. Y, además, lo ha hecho desde el amor más profundo y con total y plena libertad, para realizar la voluntad salvífica de Dios. La redención se debe, por tanto, única y exclusivamente a Cristo muerto y resucitado. Efectivamente, el que "ha atravesado el cielo" (4,14), el que "ha sido encumbrado sobre el cielo" (7,26), no es un ángel, sino uno de nuestra raza, uno que no se avergüenza de llamarnos hermanos, uno que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, excepto en el pecado (cf. 2,11-18; 4,15). En consecuencia, el cristiano, si quiere agradar verdaderamente a Dios, tiene que seguir las huellas de Cristo, no tanto practicando unos ritos religiosos, cuanto con una entrega generosa y gratuita a los demás, desde una vivencia sincera y auténtica de Dios.
2.4.8. Una enseñanza especialmente interesante de la Carta a los Hebreos es presentar la vida cristiana en clave de "peregrinación": el cristiano es una persona que sabe que "no tenemos aquí una ciudad permanente, sino que buscamos la futura" (Hb 13,13-15). Por eso precisamente el cristiano tiene que enfocar su existencia, valorar las personas, las cosas, los acontecimientos, jerarquizar y priorizar sus preferencias, empeñarse en la construcción de este mundo del que no puede huir, desde la viva conciencia de ser un peregrino en la fe y en la esperanza.
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3.- Algunos Textos particularmente significativos
• 2,10-18: Jesús, hombre como nosotros para poder ser nuestro Hermano.
• 2: 5,1-10: Jesús, Sacerdote eterno, compasivo y misericordioso.
• 7,23-28: Jesucristo, Sacerdote con un sacerdocio nuevo y eterno.
• 10,1-10: El sacrificio de Cristo es definitivamente válido.
• 13, 9-17: Comportamientos de un cristiano auténtico.
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4.- Para nosotros aqui y ahora
4.1. ¿Conocíamos suficientemente la Carta a los Hebreos?
4.2. ¿Qué novedades más relevantes hemos encontrado en ella?
4.3. ¿Puede influir en la vida de nuestra Hermandad? ¿cómo? ¿en qué aspectos más importantes?
4.4. ¿Creemos que podríamos o incluso deberíamos darla a conocer al mayor número de Hermanos posible? ¿cómo hacerlo?
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5.- La Palabra de Dios nos pide algún compromiso
5.1. a nivel personal.
5.2. como miembros de esta Hermandad.
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6.- Nota Bibliográfica
• J.Auneau, El sacerdocio en la Biblia, Cuadernos bíblicos 70, Ed.Verbo divino, Estella 1990.
• E.Charpentier-A.Paul (dirs.), Escritos de Juan y Carta a los Hebreos, Ed.Cristiandad, Madrid 1985.
• G.Pérez-L.Rubio, San Pablo.Cartas a los Efesios y Colosenses, Cartas Pastorales, Escrito a los Hebreos, Ed.Sígueme, Salamanca 1990.
• F.Schierse, Carta a los Hebreos, Ed.Herder, Barcelona 1970.
• A.Vanhoye, El mensaje de la Carta a los Hebreos, Ed.Verbo divino, Estella 1989.
2. Iluminación del Tema.
3. Algunos textos particularmente significativos.
4. Para nosotros, aquí y ahora.
5. La Palabra de Dios nos pide algún compromiso.
6. Nota Bibliográfica.
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1.- Motivación del Tema
1.1. La llamada "Carta a los Hebreos" es un escrito del Nuevo Testamento de importancia grande y hasta decisiva en el origen del cristianismo, ya que pone de relieve el contraste entre el Nuevo Testamento y la Antigua Alianza en un punto particularmente significativo y sensible: el culto y todo lo que con el culto tiene una relación natural y directa: el sacerdocio, el templo, el altar, el sacrificio, la oración, las oblaciones, la fe, etc.
1.2. Siendo nuestras Hermandades corporaciones nacidas en la Iglesia para la caridad pero también y muy especialmente para el ejercicio del "culto", esta Carta puede y debe ayudarnos a iluminar, a orientar y –hasta donde sea necesario- a rectificar y enderezar los planteamientos, el desarrollo y las serias consecuencias que se derivan del ejercicio del ‘culto’, que de forma tan preferencial, frecuente y cuidada celebramos.
1.3. Porque –y es especialmente importante destacarlo ya desde este momento- aunque la Carta a los Hebreos sigue usando el lenguaje litúrgico propio del Antiguo Testamento (sacerdote, templo, culto, sacrificios, sangre, oblaciones, holocaustos), sin embargo le da un significado y un sentido en abierta contraposición al que tenían en la Antigua Alianza. De tal forma que "el paradigma", "el modelo", "el prototipo", "el punto de referencia" que hay que tener al celebrar el culto cristiano, no es el Antiguo Testamento. No es el Nuevo Testamento el que tiene que regularse por la Antigua Alianza, sino exactamente lo contrario: porque el verdadero y único Sacerdote, el verdadero y único Templo, el verdadero y único Sacrificio, la verdadera y única Oblación de olor agradable, la verdadera y definitiva Alianza es precisamente la persona de Cristo. Es a partir de la novedad absoluta que representa Cristo en la historia de la humanidad, desde donde hay que enfocar, juzgar, valorar y renovar todos esos elementos –cultuales en nuestro caso- de la Antigua Alianza. "Todo eso aconteció como prefiguración de lo que tenía que venir: la realidad es Cristo" (Col 2,17); todo lo anterior no era más que "sombra de lo futuro" (Hb 10,1; 7,19; 8,5).
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2.- Iluminación del Tema
2.1. Unos datos interesantes sobre esta Carta.
2.1.1 Este escrito, que resulta un poco enigmático, ¿es, en su origen, realmente una Carta, un sermón, una exhortación doctrinal, un tratado destinado a ser leído y comentado en las comunidades cristianas sobre todo en las que procedían del judaísmo? Es una cuestión abierta a los estudiosos, aunque la mayor parte de ellos parece descartar que se trate de una Carta propiamente dicha. Sería más bien un tratado doctrinal.
2.1.2. La fecha de su composición parece estar ligada con la caída del Templo de Jerusalén: entre los años 70 y 90, ya que, por una parte, el autor parece conocer perfectamente el esplendor del Templo; y, por otra, parece que escribe cuando el Templo ha sido ya destruido (el año 70).
2.1.3. En cuanto al autor se puede afirmar, tanto a juicio de las iglesias del Oriente como de las del Occidente (a partir del siglo cuarto), que esta es una carta ‘paulina’, aunque haya que tomar esta expresión en un sentido muy amplio: es decir, el apóstol Pablo no es propiamente su autor inmediato pero existe una sintonía total y perfecta entre los puntos de vista del apóstol y los de la Carta a los Hebreos. Pablo tiene ciertamente una influencia grande sobre la doctrina que se enseña esta Carta.
2.2. Estructura general de la Carta.
2.2.1. Dentro de las varias posibilidades de estructuración de la Carta a los Hebreos, una que resulta particularmente útil es distinguir en ella tres partes:
- la primera, referente a la excelencia de la revelación traída por Jesucristo, en comparación con los personajes del Antiguo Testamento: Hb 1,1 – 5,11.
- la segunda, que constituye como el núcleo y el corazón de todo el escrito, presenta la misión sacerdotal de Cristo, gracias a la cual los hombres están salvados de una vez para siempre: Hb 5,12 – 10,39.
- la tercera y última es una larga y encarecida exhortación a vivir en profundidad la fe en Cristo Salvador, como posibilidad, más única que especial, de poder acceder de forma inequívoca a los bienes de la salvación: Hb 11,1 – 13,25.
2.3. Objetivos que se propone el autor de esta Carta.
2.3.1. Parece fuera de duda que la Carta va dirigida a cristianos procedentes del judaísmo, que, como tales, sentían una cierta (y hasta cierto punto justificada) añoranza de la majestuosidad del Templo y de la suntuosidad de los ritos y ceremonias en que los sacerdotes, lujosamente revestidos de ornamentos vistosos y solemnes, sacrificaban a Dios cientos y cientos de animales en medio del estruendo de las trompetas que atronaban los aires. Esos cristianos, convertidos de la Antigua Alianza, sentían cierto complejo de inferioridad al ver la ‘pobreza de formas’ de sus reuniones litúrgicas. Cuál es el verdadero y agradable culto a Dios: ¿el que tributamos actualmente como cristianos o el que hemos dejado como judíos?
2.3.2. Por otra parte, si se tiene en cuenta que este escrito coincide con los últimos años o incluso con la caída del Templo de Jerusalén (año 70 después de Cristo), la Carta a los Hebreos parece tener como uno de sus objetivos centrales mantener viva la esperanza y levantar la moral sobre todo de cristianos procedentes del judaísmo que tenían casi la certeza de que la destrucción del Templo estaba ligada de forma inexorable con el fin del mundo.
2.3.3. Otro objetivo es el de contraponer, de forma clara y terminante, las ceremonias y cultos propios de la Antigua Alianza al nuevo culto inaugurado por Cristo: aquel que en el evangelio de San Juan viene calificado como culto "en espíritu y en verdad" (Jn 4,21-24). Si Cristo es la plenitud de las promesas hechas a los antiguos Padres, si es el verdadero y definitivo Salvador de los hombres en su persona y con su persona, todo otro culto, y en particular el proveniente del Antiguo Testamento, tiene necesariamente que ceder y hasta desaparecer ante el Nuevo. Lo mismo que cuando llega el sol en toda su plenitud, la luz del amanecer pierde todo su sentido porque ha cumplido su cometido, las instituciones temporales que existían en la Antigua Alianza –especialmente las de tipo cultual- servían para prefigurar la realidad presente: Cristo. Lo hacían sólo en imagen; eran una prefiguración parcial e imperfecta de lo que ahora aparece en toda su novedad y perfección. Una vez hecha presente la realidad en sí, todo lo que anteriormente la prefiguraba se tiene que eclipsar y hasta desaparecer.
2.4. Líneas teológicas fundamentales en esta Carta.
2.4.1. Pone de relieve, ante todo, que la existencia cristiana viene conformada por una actitud fundamental de fe. La fe es el verdadero y definitivo punto de apoyo de un cristiano, lo mismo que lo fue para una larga serie de personajes del Antiguo Testamento, y de forma especialísima para Abrahán, padre y prototipo de todo creyente.
2.4.2. Teniendo como destinatarios fundamentales los cristianos que provenían del judaísmo, "la Carta a los Hebreos ha logrado superar varias cosas, especialmente la religión externa e ineficaz, y exige que el culto cristiano sea mucho más personal y comprometido, como el de Cristo, que, habiendo entregado su vida, nos permite la comunión con Dios" (La Biblia para jóvenes, Barcelona 1999, p.1570).
2.4.3. En la persona de Cristo se han hecho realidad plena y definitiva todos los intentos de la Antigua Alianza de relacionarse con Dios mediante el culto y sus múltiples expresiones externas. En la Alianza inaugurada por Cristo todo se personifica: el templo, el sacerdocio, los sacrificios, las oblaciones, la misma Oración, la alabanza, la acción de gracias, la propiciación por los pecados: todo, absolutamente todo, se hace personal. De ahora en adelante se acabaron los cultos huecos, formales, vacíos, puramente externos. Han perdido todo su sentido y lo único que cuenta ante Dios es la autenticidad de lo que la persona es y hace.
2.4.4. Particular relieve y significado renovador tiene el concepto que la Carta a los Hebreos aplica a Jesucristo, como Sumo y Eterno Sacerdote, fiel y misericordioso. Jesús no es sacerdote en línea y continuación con el sacerdocio del Antiguo Testamento: es sacerdote según el orden de Melquisedec. Con esta expresión está queriendo significar el autor que se trata de un sacerdocio "sui géneris". No solo es superior al sacerdocio de la tribu de Leví, sino que es de otra naturaleza: completamente novedoso, diferente y, en ese sentido, superior al sacerdocio anterior. No se habla de un sacerdocio simplemente "superior en calidad", sino de un sacerdocio de naturaleza distinta.
2.4.5. Es novedoso, diferente y superior al anterior, porque se reúnen en una única y misma Persona el templo, el sacerdote, la víctima, el altar: una Persona –Cristo- que es, al mismo tiempo, "el Hijo enviado recientemente desde el seno del Padre" (1,1-4), y el "hermano primogénito de una multitud de hermanos con los que comparte la naturaleza humana con todas sus consecuencias excepto una: el pecado (2,5-18; 4,15). Se acabó por consiguiente la distinción entre el Templo, el sacerdote, el altar, la víctima. Desde ahora, de una vez para siempre, Cristo será en su Persona todo eso al mismo tiempo, realizando de forma definitiva la reconciliación del hombre con Dios. De ahora en adelante para un cristiano, el culto –con todos los elementos que lleva consigo- no será otra cosa que inserción y participación en la vida y desde la vida de cada creyente en el Sacerdocio que posee Cristo en virtud de la unción del Espíritu Santo.
2.4.6. Pero es, además, un sacerdocio que no pasa. Si Dios no se ata a ningún lugar absolutamente – ni siquiera al Templo (Jn 4,19-24)-, sino que se vincula sólo al corazón del hombre, su vinculación con Aquel al que ha llamado "mi Hijo amado, el predilecto" (Mt 17,5; Lc 9,35), es de tal naturaleza que sólo en Él puede complacerse plena y definitivamente. Por eso el sacerdocio de Cristo es único, irrepetible e indefectible. De ahora en adelante resulta claro que "al Dios vivo y verdadero, no le importan los sacrificios rituales, sino el corazón del hombre" (Biblia para jóvenes, Barcelona 1999, p.1573).
2.4.7. Acerca de la redención la Carta a los Hebreos pone de relieve dos ideas: Cristo –frente a los sacrificios que prescribe la ley de Moisés-, ha ofrecido su cuerpo y su sangre, es decir, la totalidad de su Persona, para la santificación definitiva de todos los hombres. Y, además, lo ha hecho desde el amor más profundo y con total y plena libertad, para realizar la voluntad salvífica de Dios. La redención se debe, por tanto, única y exclusivamente a Cristo muerto y resucitado. Efectivamente, el que "ha atravesado el cielo" (4,14), el que "ha sido encumbrado sobre el cielo" (7,26), no es un ángel, sino uno de nuestra raza, uno que no se avergüenza de llamarnos hermanos, uno que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, excepto en el pecado (cf. 2,11-18; 4,15). En consecuencia, el cristiano, si quiere agradar verdaderamente a Dios, tiene que seguir las huellas de Cristo, no tanto practicando unos ritos religiosos, cuanto con una entrega generosa y gratuita a los demás, desde una vivencia sincera y auténtica de Dios.
2.4.8. Una enseñanza especialmente interesante de la Carta a los Hebreos es presentar la vida cristiana en clave de "peregrinación": el cristiano es una persona que sabe que "no tenemos aquí una ciudad permanente, sino que buscamos la futura" (Hb 13,13-15). Por eso precisamente el cristiano tiene que enfocar su existencia, valorar las personas, las cosas, los acontecimientos, jerarquizar y priorizar sus preferencias, empeñarse en la construcción de este mundo del que no puede huir, desde la viva conciencia de ser un peregrino en la fe y en la esperanza.
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3.- Algunos Textos particularmente significativos
• 2,10-18: Jesús, hombre como nosotros para poder ser nuestro Hermano.
• 2: 5,1-10: Jesús, Sacerdote eterno, compasivo y misericordioso.
• 7,23-28: Jesucristo, Sacerdote con un sacerdocio nuevo y eterno.
• 10,1-10: El sacrificio de Cristo es definitivamente válido.
• 13, 9-17: Comportamientos de un cristiano auténtico.
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4.- Para nosotros aqui y ahora
4.1. ¿Conocíamos suficientemente la Carta a los Hebreos?
4.2. ¿Qué novedades más relevantes hemos encontrado en ella?
4.3. ¿Puede influir en la vida de nuestra Hermandad? ¿cómo? ¿en qué aspectos más importantes?
4.4. ¿Creemos que podríamos o incluso deberíamos darla a conocer al mayor número de Hermanos posible? ¿cómo hacerlo?
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5.- La Palabra de Dios nos pide algún compromiso
5.1. a nivel personal.
5.2. como miembros de esta Hermandad.
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6.- Nota Bibliográfica
• J.Auneau, El sacerdocio en la Biblia, Cuadernos bíblicos 70, Ed.Verbo divino, Estella 1990.
• E.Charpentier-A.Paul (dirs.), Escritos de Juan y Carta a los Hebreos, Ed.Cristiandad, Madrid 1985.
• G.Pérez-L.Rubio, San Pablo.Cartas a los Efesios y Colosenses, Cartas Pastorales, Escrito a los Hebreos, Ed.Sígueme, Salamanca 1990.
• F.Schierse, Carta a los Hebreos, Ed.Herder, Barcelona 1970.
• A.Vanhoye, El mensaje de la Carta a los Hebreos, Ed.Verbo divino, Estella 1989.
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